martes, 11 de noviembre de 2008

Elle C. Threefires

La dejo. Sí. Dejo que me domine. Cuando ella manda, mandan los tres fuegos. Cuando ella se expresa, yo ardo en llamas. La dejo porque Elle C. escarba en lo más hondo de mis entrañas. Rasca mi superficie. Rasga mi piel. No hace concesiones. No me baila el agua. Se desata en carcajadas si le pido un respiro, “la vida arde”, grita riendo, “¿quién quiere pararse?, ¿quién un descanso?”.
Ella, Elle C., la tresfuegos, la que clava alfileres en mi cómodo sillón, la que revuelve con vientos huracanados mis cabellos y me despierta en mitad de noches sin luna; ella, Elle C., me agita sin compasión, remueve mis cimientos, me niega el refugio complaciente de las heridas antiguas, no permite que me enrosque, cual gato, a sestear la vida. Ella, la tresfuegos, invade mi casa sin permiso, yo la dejo. Dejo que me asalte, que me arrase, que me arrebate el aire, que me lance sin piedad contra los muros. La dejo, sí, la dejo, porque cuando ella se expresa, yo ardo en llamas.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Del tamaño de un todo

Él dijo: "¿Por qué te vás si aquí lo tienes todo?"
Ella se sorprendió del "todo" tan pequeño que tienen algunas personas.

Salto al vacío

Ya está. Lo hice. He saltado al vacío. Sin red. Sin paracaídas. Sin un colchoncito seguro que suavice mi caída. Sin saber muy bien dónde caeré. Con la única protección de mis recien estrenadas alas. Alas sin miedos. Alas llenas de ilusión, nervios, curiosidades, ansiedad, ganas de gritar y de vivir. Es un hermoso plumaje multicolor, nacido del atrevimiento de hacer realidad los sueños y de la osadía de atreverme a decir no al diseño de una vida supuestamente perfecta. Ya está. Lo hice... Allá voy.