martes, 11 de noviembre de 2008

Elle C. Threefires

La dejo. Sí. Dejo que me domine. Cuando ella manda, mandan los tres fuegos. Cuando ella se expresa, yo ardo en llamas. La dejo porque Elle C. escarba en lo más hondo de mis entrañas. Rasca mi superficie. Rasga mi piel. No hace concesiones. No me baila el agua. Se desata en carcajadas si le pido un respiro, “la vida arde”, grita riendo, “¿quién quiere pararse?, ¿quién un descanso?”.
Ella, Elle C., la tresfuegos, la que clava alfileres en mi cómodo sillón, la que revuelve con vientos huracanados mis cabellos y me despierta en mitad de noches sin luna; ella, Elle C., me agita sin compasión, remueve mis cimientos, me niega el refugio complaciente de las heridas antiguas, no permite que me enrosque, cual gato, a sestear la vida. Ella, la tresfuegos, invade mi casa sin permiso, yo la dejo. Dejo que me asalte, que me arrase, que me arrebate el aire, que me lance sin piedad contra los muros. La dejo, sí, la dejo, porque cuando ella se expresa, yo ardo en llamas.

2 comentarios:

Is-ayelen dijo...

La intensidad. Después de mil años buscando, resulta que estaba ahí pegada al cúmulo perfecto de las células que forman cada uno de tus huesos. El placer estaba ahí, en la respiración de cada tendón y cada nervio. La intensidad del cuerpo que ahora goza moviéndose en la búsqueda de su propio latir interno. UN solo paso más, no es más que un solo paso, pero quien no se atreve nunca a darlo... deja de percibirse para siempre...
( me gusta esta Elle C. Threefires)

Selene Klhein dijo...

Si, a mi tb me gusta. Ella me hace vivir más intensamente... y gracias, porque tu fuiste su madrina, la que le dio su nombre