
El tiempo interactúa con nuestras sensaciones, con nuestros estados de ánimo, con nuestros deseos y anhelos, incluso con el clima. Por eso, si me alejo de la maquinaria acompasada y exacta del reloj, me gusta llamarlo tempo, porque incluye un matiz de ritmo, de musicalidad, de dejarse guiar más por los sentidos y menos por lo aprendido. A veces, si me concentro, puedo sentir sus escalas, sus acordes, como suben y bajan las notas, los agudos, los graves, como se conforma la melodía que dirige los pasos de nuestra vida.
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